Almohadas
Dormir bien no es un lujo, es una necesidad. En Nido del Hogar lo sabemos, y por eso te ofrecemos una colección de almohadas diseñada para transformar tus noches en una experiencia de confort absoluto. Porque el descanso perfecto comienza con la elección adecuada.
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¿Por qué es importante elegir bien tu almohada?
Dormir bien no es solo cuestión de tener un colchón cómodo o una habitación en silencio. Hay un elemento que muchas veces pasa desapercibido, pero que puede cambiar por completo cómo te despiertas: la almohada. Acertar con ella marca la diferencia entre levantarte descansado o arrastrar molestias durante el día.
Una buena almohada no es un extra, es una pieza clave para mantener el cuello y la columna en su sitio mientras duermes. Ayuda a liberar puntos de presión que, con el tiempo, pueden acabar en tensiones musculares, dolores cervicales… o esa sensación de no haber pegado ojo, aunque técnicamente hayas dormido ocho horas. Y claro, cuando todo está en su sitio, el cuerpo se relaja de verdad. Dormir se vuelve más profundo, más continuo, más reparador.
Pero aquí viene lo importante: no todos necesitamos lo mismo. La mejor almohada no es la más cara ni la más suave, sino la que encaja contigo. Con tu forma de dormir, con tu cuerpo, con lo que necesitas cada noche para desconectar. Porque esto no va solo de comodidad. Va de cuidar cómo pasas un tercio de tu vida.
¿Cómo saber cuál es la almohada ideal para ti?
Elegir una almohada no debería ser cuestión de impulso. Ni por estética, ni por precio, ni porque alguien te la recomendó. Antes de decidir, vale la pena detenerse un momento y preguntarse: ¿cómo duermo? ¿De lado, boca arriba, boca abajo? ¿Qué noto al despertar? ¿Rigidez? ¿Dolor? ¿Falta de descanso?
Ese tipo de pistas dicen mucho. Por ejemplo, si eres de dormir boca arriba, lo ideal es una almohada de firmeza y altura media. Ni muy blanda ni muy dura. Solo lo justo para mantener el cuello alineado con la columna. Si en cambio duermes de lado, necesitarás una almohada más alta, que llene bien el hueco entre el hombro y la cabeza. Y si duermes boca abajo, entonces mejor una almohada bajita y mullida, que no fuerce la curvatura del cuello.
Ahora bien, la postura no lo es todo. Hay que pensar también en cómo reacciona tu cuerpo a ciertos materiales. ¿Sueles pasar calor por las noches? ¿Te molestan los tejidos poco transpirables? ¿Te gusta la sensación envolvente o prefieres algo más esponjoso? Las viscoelásticas, por ejemplo, se amoldan como un guante y alivian presión. Las de fibra, en cambio, son más ligeras y frescas, y se lavan sin complicaciones.
Al final, la almohada perfecta es esa que ni notas. Porque cuando todo está bien alineado, simplemente desaparece. Te acompaña sin imponerse. Y para encontrarla, a veces hay que probar, equivocarse, comparar hasta dar con la tuya.
Tipos de almohadas y sus características
Hoy en día, el abanico de opciones es enorme. Hay almohadas para casi todo y para casi todos. Pero hay algunas que destacan por encima del resto. Las viscoelásticas, por ejemplo, siguen siendo las favoritas de muchos. ¿La razón? Se adaptan al contorno del cuerpo con el calor, ofrecen un soporte firme pero cómodo, y ayudan a reducir las tensiones acumuladas. Si sufres del cuello o quieres mejorar tu postura, pueden ser una muy buena elección.
Luego están las almohadas de fibra o microfibra. Más económicas, más blanditas y con ese toque clásico que a muchos nos sigue encantando. Son prácticas, fáciles de mantener y perfectas para quienes valoran la ligereza y la facilidad de lavado por encima de todo.
¿Buscas algo más natural? Las almohadas de látex, tanto natural como sintético, son una opción interesante. Su recuperación es excelente, transpiran muy bien y ofrecen un punto de firmeza que muchos agradecen. Además, son una alternativa muy recomendable si tienes alergias o quieres evitar los ácaros.
Para quienes necesitan algo más específico, están las almohadas cervicales. Tienen formas anatómicas que ayudan a mantener el cuello en la posición correcta, liberando tensiones y mejorando el descanso. Ideales para personas con dolores recurrentes o necesidades posturales muy concretas.
Y por supuesto, si hablamos de niños, el enfoque cambia por completo. Ellos necesitan almohadas más bajitas, con materiales suaves, seguros y adaptados a su etapa de crecimiento. Porque cuidar el descanso empieza desde pequeños.





